Investigación en el medio rural

RETO DEMOGRÁFICO Y CONSERVACIÓN DEL TERRITORIO

La Fundación Savia ha promovido un grupo de trabajo en el que han participado diversas personas, expertas conocedoras del ámbito de la investigación aplicada. Fruto de esos encuentros, reuniones y reflexiones se elaboró un documento en que se recogen, de manera breve, algunas áreas de mejora y propuestas, que, en nuestra opinión, deben ponerse en marcha para conseguir que la investigación aplicada al ámbito rural pueda ser un motor de desarrollo sostenible y sostenido en el medio rural.

Hay dos elementos sobre los que posicionarse para comenzar el debate. Por una parte, el análisis de nuestro sistema de producción de alimentos y las dudas sobre su sostenibilidad, y por otra, las implicaciones de la agricultura en el equilibrio territorial y sus posibilidades reales de intervención.

Respecto al primero, lo más probable es que subsista durante muchos años el modelo actual de los países desarrollados con una agricultura altamente tecnificada, con grandes demandas de tecnología y capital y cada vez menos empleo, muy influida por los mercados internacionales y los grandes grupos de capital. Tienen toda la fuerza y mucho apoyo científico. Digamos que la ciencia trabaja actualmente para este modelo de agricultura. Es un modelo que avanza en el desequilibrio socioeconómico, que por mucho que produzca no puede nutrir a toda la población adecuadamente, que genera grandes colectivos desnutridos. A pesar de que es ahora cuando se producen más alimentos que nunca y que serían más que suficientes para alimentar a una población mayor de la actualmente existente, más de mil millones de habitantes del planeta pasan hambre.

Los países en desarrollo y desarrollados por igual necesitan un cambio de paradigma en el desarrollo agrario: de una“revolución verde” a un enfoque de “intensificación verdaderamente ecológica”-Esto implica un cambio rápido y significativo de la producción industrial basada en monocultivos y altamente dependiente de insumos externos hacia mosaicos de sistemas de producción sostenibles y regenerativos, que también mejoran considerablemente la productividad de los pequeños agricultores. Necesitamos cambiar desde un enfoque lineal a otro holístico en la gestión agraria, que reconozca que un agricultor no es sólo un productor de alimentos, sino también un gesto de un sistema agroecológico que ofrece un buen número de bienes públicos y servicios.

Se recomiendan estrategias de diversificación y potenciación de mercados locales que permitan una mejor distribución de alimentos cerca de donde se producen. Los criterios proximidad y sostenibilidad deben aparecer y tomar fuerza en este tipo de mercados. Hoy ya son imprescindibles. Además, se convierten en un mecanismo idóneo para potenciar y salvaguardar la identidad y la cultura de los territorios, la pérdida de biodiversidad. Son las poblaciones locales las que, por cultura, por tradición, hacen un uso sostenible y adecuado del suelo y las especies autóctonas y variedades locales que forman parte de su cultura, de su identidad. Ese conocimiento del medio no puede perderse.

La factura energética tiene una incidencia cada día mayor en la agricultura industrial, y también la huella de carbono asociada, tanto por los combustibles que necesita la maquinaria como por la energía requerida para riegos y climatización. La utilización de las energías renovables es el medio rural ha de ser elemento básico del nuevo paradigma, un elemento dinamizador de refuerzo del cambio necesario, y como una avanzadilla de dicho cambio.

Es por tanto necesaria la investigación agraria para garantizar el suministro de alimentos a la población debido a que el sistema actual de producción y distribución es inadecuado e insostenible y también por la incertidumbre que tenemos con los efectos que el cambio climático provocará sobre unas pocas variedades de muy pocos cultivos que proporcionan la base de nuestra alimentación.

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