Producción y consumo de productos ecológicos

CAMBIO CLIMÁTICO Y DESARROLLO SOSTENIBLE

El cambio climático es una realidad, el planeta ha entrado en déficit ecológico, se consumen más recursos que se reponen y se emite más dióxido de carbono que se regenera, parte de nuestros acuíferos están contaminados, cada año desaparece el 2% de la biodiversidad agrícola y una raza ganadera y millones de hectáreas se desertizan por el mal uso del suelo. La Agricultura ecológica contribuye a frenar el cambio climático, es un sector estratégico.

El modelo de producción ecológica se ha convertido en un modelo de gestión del territorio y generación de riqueza sostenible y sostenida. Apostar por este modelo supone ir mucho más allá de un mero sector, supone una apuesta por el territorio, por nuestro medio rural, por la defensa de millones de personas que viven y trabajan vinculadas al sector agrícola, ganadero, silvícola y medioambiental. Supone incorporar un elemento diferencial clave para el territorio en un momento donde la competitividad de nuestros productos y servicios en el mercado global es clave, el cambio climático una realidad, el desempleo un enorme problema para nuestra sociedad, el despoblamiento de nuestras zonas rurales una realidad y la pérdida de agrobiodiversidad una gran amenaza.

La prioridad debe ser el desarrollo y el crecimiento sostenible y sostenido. Las políticas alcanzan su eficacia con la articulación de programas, acciones, actuaciones concretas que requieren el empleo de recursos técnicos, humanos y económicos. La estrategia política, en otras palabras, requiere marcar objetivos y prioridades y, a continuación,dotar de una financiación suficiente y flexible que permita alcanzarlos. Es en el despliegue de esas acciones concretas donde se evidencia, donde se materializa, donde se deja claro cuáles son las prioridades del gobierno.

El concepto de mejora y desarrollo no tiene por qué estar ligado inexcusablemente a crecimiento, un erro de concepto que debemos superar en los próximos años. El desarrollo, la prosperidad, la mejora colectiva en el plano económico y social en el siglo XXI pasa por la optimización y la eficiencia en el uso de los recursos disponibles sin esquilmarlos, al contrario, conservándolos y mejorándolos si resulta posible.Este paradigma puede alcanzarse con una gestión integral de la producción,transformación, comercialización y consumo con criterios ecológicos.Igualmente, permite poner en valor diversos aspectos de cultura y tradición, se recuperan e incorporan hábitos saludables y mejora la autonomía del territorio,un reto al que no debemos renunciar.

Coordinar objetivos y acciones, gestionar de manera eficiente recursos disponibles se hace verdaderamente esencial para conseguir planes estratégicos efectivos.

Además de la producción se debe prestar atención al crecimiento del mercado. Sólo se consolidará la producción y transformación ecológica cuando el modelo de comercialización y consumo tire de la producción.Y para ello debe atenderse a las características y singularidades de este sector. Debe potenciarse de manera efectiva el funcionamiento de los mercados,de los canales cortos de comercialización, el consumo en comedores sociales, la comercialización de pequeñas producciones, reconocer las singularidades de la pequeña industria familiar, incentivar las instalaciones móviles de transformación.

La producción ecológica basa su éxito en la confianza que se genera en el consumidor. Debemos trabajar para mantener esa confianza del consumidor en nuestros productos y en perfeccionar los sistemas de control buscando la eficacia y la eficiencia en los controles que garantizan el prestigio de nuestros productos.

En la vida de todo ser humano hay un aspecto básico para su supervivencia y es el poder alimentarse adecuadamente tres veces al día. Con el fin de tener cubierta esta necesidad imprescindible para la vida y para la salud de todas las personas, es primordial que se pueda mantener la soberanía alimentaria que la garantiza. Los hombres y las mujeres del campo son los que nos la proporcionan y por eso es necesario que su actividad sea reconocida, más aún cuando se dedican a la producción ecológica, que además de alimentarnos, nos proporcionan otras muchas remuneraciones a la sociedad por su labor medioambiental, social, cultural y por sus beneficios para la salud. Por estos motivos, la producción ecológica no solo es buena para quien la consume sino también para quien la produce y para el entorno en el que se realiza la actividad, por lo que las políticas que se basen en el bienestar social y la sostenibilidad a largo plazo deben apoyar que este sistema de producción se desarrolle en su territorio.

La Administración pública

El sector publico es un gran cliente de las empresas productoras de alimentos. Se estima que la administración pública destina entre 2.000 y 3.000 millones de euros al año a compras de alimentos, el 13% del PIB. Si esas compras las realizase con criterios de proximidad, de sostenibilidad, sería la mejor noticia posible para el sector agroalimentario local.

Los criterios de sostenibilidad y proximidad deben incorporarse entre los factores decisionales en las compras y contrataciones de la administración pública.

La contratación pública es una actividad económica de relevancia que ofrece a los poderes públicos la posibilidad de llevar a cabo políticas transversales e incidir en la consecución de fines públicos de interés general distintos del propio objeto de cada contrato considerado individualmente, sin exceder de los límites que impone el obligado respeto a los principios generales que rigen la contratación pública.

Los contratos políticos no constituyen exclusivamente un medio de abastecerse de materias primas o de servicios en las condiciones más ventajosas para la administración, sino que, en la actualidad,a través de la contratación pública, los poderes públicos pueden realizar una política de intervención en la vida económica, política y social, garantizando al mismo tiempo un uso más eficiente de los fondos públicos.

Además de los necesarios e imprescindibles incentivos de carácter social, relativos a igualdad y empleo. Hay que apostar claramente por los criterios de sostenibilidad y proximidad.

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