El desierto nos pisa los talones

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Se sigue produciendo un éxodo dela gente del campo a la ciudad y la costa. Aunque el despoblamiento extremo aún no ha llegado, en muchas comarcas, se aprecia esta enfermedad en avanzado estado. No son infrecuentes las aldeas y pueblos abandonados en las zonas de interior. Cada poco, sabemos de otro núcleo histórico que se queda vacío.Territorios, objetivamente ricos en suelo y clima, ven mermadas y envejecidas sus poblaciones de forma continuada.

La renta percápita media del territorio rural es muy inferior a la urbana. Cada vez es más difícil lograr tener una vida digna en lugares serranos viviendo de actividades tradicionales. La agricultura, la ganadería extensiva, otras actividades auxiliares se han convertido en deficitarias, no estamos consiguiendo unos precios justos y adecuados a los productos y servicios del sector primario rural. Estamos haciendo algo mal cuando no estamos consiguiendo que las mujeres y hombres que nos alimentan todos los días, los que cuidan el territorio donde se produce el aire, la energía, el agua que demandan las zonas urbanas, tienen que abandonar sus pueblos. Esos mismos que parecen convertirse en postales los fines de semana para uso y disfrute temporal, como si de un parque temático se tratase.

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