Yo, ya. La biodiversidad, ella allá

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Estamos perdiendo el sentido delo común. Me importa lo que suceda dentro de mi casa, en mi habitación, en mi cajón. De lo otro, de lo colectivo, ya se encargará otro. O no. Cada vez más individualistas y cada vez más urbanos. Un medio, el urbano que no produce energía, agua, aire puro, alimentos, los elementos esenciales para la subsistencia diaria. Todo ello procede del medio natural, ese, cada día más huérfano. Y al que no se le reconoce socialmente lo que diariamente aporta. Sin él, no sería posible la vida en las ciudades, recordemos.

Porque la conducta individualista y urbana arrastra a las prioridades de lo colectivo. No puede entenderse de otra manera que estén ausentes, como perdidas, las políticas vertebradoras del territorio, que no valoremos la labor encomiable de las mujeres y hombres del medio rural, que la conservación medioambiental sea la hermana más pobre.

Alteramos, deforestamos,extraemos, quemamos, contaminamos, aniquilamos la biodiversidad (de seguir así, habrán desaparecido antes de final del siglo el 75% de las especies vivas actuales)

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